
Eva Bigaj
Pinto retratos de cactus, brillantes, coloridos y profundamente emotivos, al óleo y al pastel. Me refiero a retratos; veo cada cactus como un individuo: humano y dolorosamente vivo. He pintado saguaros casándose, palos verdes llorando, chollas naufragando en un océano desértico.
En mis obras al aire libre, me esfuerzo por mantenerme fiel a la carga emocional de mis encuentros con la naturaleza; cuando trabajo en el estudio, busco en lo más profundo de mi imaginación. Pinto principalmente al aire libre porque es ahí donde me siento más feliz. Me deleito con las cualidades táctiles del pastel y el óleo; amo profundamente el color. Busco expresar ese amor en mi arte.
Una vez me distraje tanto con la luz dentro de mi lavadora que quemé mi brócoli. Soy del tamaño de un saguaro pequeño.
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Yo pinté Familia de tres Al aire libre, bajo dos imponentes saguaros que sugieren una pareja con un bebé (un padre más alto con un niño a la espalda y otro más bajo extendiendo el brazo hacia el bebé; esa es mi interpretación, al menos). Llevé el lienzo de 122 x 91 cm al desierto, solo para descubrir que había olvidado en casa mi bolsa de pinceles cuidadosamente seleccionados. Así que hice la pieza con un par de espátulas, un trapo y algún que otro dedo (enguantado). Al final, las herramientas "imperfectas", especialmente la espátula, me permitieron representar el espacio que los saguaros tallaron en mi mente con lo que espero sea una vibrante inmediatez.
Una pregunta que suelo hacer a mis dibujos, una vez respondidas las preguntas básicas sobre luz, sombra y proporciones, es: "¿Esto duele de la forma correcta?". ¿Hay algún rastro de la crudeza de un mundo igualmente denso de belleza y dolor, asombro y pena? ¿O es el espejismo autocomplaciente de un artista torturado o, por el contrario, el falso ideal de una luz que no proyecta sombras? Algo en la luna menguante irregular, los brotes como alfileres florecientes en un muñeco vudú y las toscas verticales turquesas en la parte inferior del cielo parecían encontrar el equilibrio perfecto. Y el motivo del cielo galáctico en espiral reaparece en mi obra: una clave persistente e irresuelta que brota de mi subconsciente.


